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Backstage Politics

¿Cómo funciona la política? | Segunda Parte

 

En este episodio vas a aprender lo que no explican en las facultades de ciencia política sobre el modo en el que funciona la política. Abordaremos diferentes modelos de entender su funcionamiento que te permitirán aplicarlos en función del contexto en el que cada una de estas conceptualizaciones resulta más útil.

 

Introducción

 

Tal y como vimos en el último episodio, un enfoque analítico de cómo funciona la política implica descomponerla en sus partes constitutivas. Así nos encontramos con que la política es una estructura, un proceso y un resultado.

Esta aproximación nos brinda una idea de la forma en la que la política funciona, pero tiene sus limitaciones debido a que significa abordar cada uno de estos elementos de manera aislada. Por esta razón es necesario disponer de una imagen global de la política, de ahí que recurramos a modelos que conceptualizan la política a través de analogías.

Concretamente existen 5 modelos diferentes que vamos a exponer detalladamente. Estos son la política como organismo, como máquina, como mercado, como juego y como obra de teatro.

 

Organismo

 

La política considerada como un organismo vivo constituye una conceptualización que es tomada de la biología y de las ciencias naturales. Así, las estructuras políticas vienen a ser como organismos que, a su vez, desarrollan órganos para satisfacer funciones específicas debido al proceso de adaptación al medio externo para, así, sobrevivir. De esta manera el organismo extrae recursos de su entorno y, de igual modo, aporta algo valioso a dicho entorno para justificar su existencia. Esta conceptualización sirve para explicar la evolución de las estructuras políticas del mismo modo a como evolucionan las especies, es decir, con un proceso de nacimiento, desarrollo y desaparición.

La ciencia política no ha sido en modo alguno ajena a este punto de vista si nos remitimos, por ejemplo, a lo dicho por el politólogo sueco Ruldolf Kjellén, quien consideraba al Estado semejante a un organismo vivo. Sin duda constituye una naturalización de esta institución al presentarla en unos términos biológicos, pero resulta útil a la hora de entender el funcionamiento de estructuras políticas en su desarrollo interno y en sus interacciones con el entorno, tal y como sucede con el Estado en la esfera internacional. De este modo el escenario de la política mundial viene a ser semejante a un espacio natural, como la selva, en la que impera una permanente hostilidad entre especies que compiten las unas con las otras. En este caso diferentes Estados que luchan para sobrevivir.

 

Máquina

 

La política considerada como una máquina está compuesta de una serie de engranajes, palancas, resortes, etc., que funcionan de forman conjunta. Por tanto, la activación de alguno de estos resortes o palancas desata una serie de efectos que están predeterminados. Así, la política es semejante a una maquinaria que responde a uns relaciones causales, deterministas y unidireccionales en las que una acción conlleva siempre, de un modo u otro, los mismos efectos al operar a través de unos mecanismos interconectados que siguen esta misma lógica. Nos encontramos ante una imagen de la política que es muy próxima a la filosofía racionalista de autores como Thomas Hobbes o Isaac Newton, quienes consideraron que el mundo funciona en unos términos mecánicos, como un gran engranaje.

Sin duda se trata de una conceptualización de la política que es bastante sugerente, y que la presenta esencialmente como una técnica que se ciñe a una serie de leyes objetivas que gobiernan los asuntos políticos. Esta perspectiva es próxima a lo dicho por Maquiavelo, quien precisamente consdieraba que la política constituye una técnica que invariablemente responde  a unas leyes universales que determinan el funcionamiento de las relaciones de poder. Si el gobernante las conoce y obra de cuerdo con ellas, podrá conservar el poder, mientras que si las ignora lo que conseguirá es preparar su desgracia política. Todo esto entra en la óptica pragmática de este autor debido a que la política constituye una esfera de acción independiente de las demás, que se explica en sus propios términos, de manera que sigue unas reglas definidas. Si estas reglas se conocen pueden ser utilizadas para conseguir los fines que se deseen, pues simplemente bastará con adoptar los medios adecuados.

 

Mercado

 

La política como un mercado es una imagen en la que este es semejante a un espacio en el que se producen diferentes intercambios. Si el mercado está basado en un conjunto de normas y costumbres que, de una forma más o menos informal, hacen que funcione, en la política ocurre algo semejante. En este contexto el comportamiento de los diferentes actores es de carácter racional debido a que cada actor persigue su propio interés, y al hacerlo se produce el intercambio de bienes y servicios. Entonces, la actividad política se desarrolla de un modo racional en el que cada actor busca maximizar sus propios intereses. Por tanto, el origen y evolución de las estructuras políticas responde a un ajuste permanente de los intereses de los distintos actores.

El contexto que brindan los regímenes constitucionales, donde periódicamente tienen lugar procesos electorales, constituye un buen ejemplo en el que este modelo funciona muy bien. En este tipo de sistemas nos encontramos con que existe un gran mercado compuesto por los electores y en el que compiten diferentes actores para conseguir el mayor número de apoyos posibles con el objetivo de conseguir sus intereses. Así es como cobran especial protagonismo todas las herramientas del marketing político y, sobre todo, de la comunicación política, para lograr vender al público un determinado proyecto. La política, según este modelo, es ejercida fundamentalmente por actores racionales que desarrollan estrategias dirigidas a maximizar sus intereses en el mercado de electores a través de diferentes técnicas de persuasión, pero también de manipulación. Por otro lado no puede olvidarse que en el terreno institucional también se da una dinámica transaccional a la hora de emprender negociaciones, alcanzar acuerdos, formar gobierno, etc., en las cámaras representativas en las que son aprobadas la legislación. Este rasgo de los sistemas constitucionales les convierte en regímenes sumamente flexibles que permanentemente ajustan, a través del diálogo y la negociación, los distintos intereses que adquieren entidad política en las instituciones oficiales.

 

Juego

 

Cuando entendemos la política como un juego depende de cada autor definir qué tipo de juego. Pero al margen de este matiz lo cierto es que esta conceptualización implica la existencia de una serie de reglas, una competición, asi como diferentes competidores que luchan por hacerse con la victoria.

Podemos comparar el funcionamiento de la política con un deporte como, por ejemplo, el béisbol. Aunque guarda ciertas semejanzas con los juegos en equipo, no por ello deja de presentar una serie de singularidades que hacen de este algo diferente. Dejemos que sea el propio Robert De Niro el que nos explique en qué consiste.

La política se entiende no sólo a través de la acción de los líderes que se disputan el poder, sino que estos cuentan con el respaldo de un equipo que les apoya y que hacen lo posible para triunfar en la lucha política. Así pues, la política es en el fondo un juego en equipo en el que participan muchas personas al margen de que existan liderazgos. Por tanto, la política es un asunto de individualidades que sobresalen gracias a la acción en equipo que hace que esas figuras desempeñen una función de liderazgo.

En este sentido es interesante destacar la perspectiva de Barack Obama que no dudó en comparar la política con el fútbol americano.

Este punto de vista enfatiza la dimensión más organizativa de la política, pero sobre todo el carácter rudo de lo que representa la confrontación política. Una lucha en la que el equipo coopera para aplacar a los rivales y dejar el camino expedito para conseguir la victoria.

Otros, en cambio, como es el caso del asesor político Iván Redondo, ven la política como el ajedrez.

Sin duda se trata de una visión desencantada de la política en la que esta es considerada semejante a un juego, donde hay ganadores y perdedores, pero en la que la estrategia cobra un papel fundamental para entender su funcionamiento.

Esto nos recuerda mucho a lo comentado por Michel Foucault, quien conceptualizó la política como una estrategia. Si el general prusiano Carl von Clausewitz dijo que la guerra es la continuación de la política por otros medios, Foucault invirtió esta máxima y afirmó que la política es la conducción de la guerra por otros medios. De esto se desprende su particular manera de entender el funcionamiento de la política como una estrategia en el marco de un juego inestable y conflictivo de relaciones de fuerza siempre desiguales.

Indudablemente todo esto estaba unido a su particular manera de entender el poder como algo que no se posee, ni que tampoco se acumula, sino que, por el contrario, brota de las relaciones sociales. De esta forma el poder consiste en una multiplicidad heterogénea y desigual de relaciones de fuerza en el campo social. A partir de estas relaciones se producen transformaciones que se suceden a través de luchas y conflictos.

Por tanto, la política consiste en un conjunto de situaciones estratégicas cambiantes en función de la desigual correlación de fuerzas entre actores. En la medida en que el poder está en todas partes, la política se desenvuelve conforme a la posición que cada actor ocupe en el tablero político, al igual que sucede en el ajedrez, donde la importancia de las figuras no depende tanto de si se trata de un caballo, una torre o un peón como de la posición que ocupan en el contexto general de la partida.

La política viene a ser una suerte de guerra de posiciones en la que cada actor trata de ocupar un lugar central en el marco general de esa lucha en la que están inmersos. La política es, entonces, una partida en la que el contexto de luchas y de situaciones, tanto tácticas como estratégicas, son las que configuran la disposición de los participantes en el tablero político, y por tanto el papel dominante que eventualmente puedan desempeñar en la partida.

 

Obra de teatro

 

La política como obra de teatro es una analogía que nadie ha utilizado hasta la fecha, y que no vas a encontrar en ningún manual de ciencia política, a pesar de que en muchas de las explicaciones que son hechas desde la politología son utilizadas expresiones y términos tomados del mundo del teatro.

La política es semejante a una obra dramática. Existe un teatro que es la comunidad política. El escenario es el lugar en el que se produce la acción. Existe, asimismo, una trama que implica la existencia de bandos enfrentados que luchan entre ellos.

¿Por qué hablamos de una obra de teatro y no de una película? En las obras teatrales no pueden repetirse las escenas y eso las asemeja a la vida real.

La obra teatral implica la representación de una historia que organiza a los actores en grupos enfrentados, lo que nos recuerda la distinción entre amigo y enemigo que es específica de la política.

Inevitablemente esto implica la existencia de un guión que marca el desarrollo de la acción, y consecuentemente también de uno o varios guionistas. En otro lugar está el attrezzo, es decir, el modo en el que son mostrados tanto los actores como la acción. Por supuesto también hay un público que asiste a la representación. En algunas ocasiones algunos miembros del público son llevados al escenario y toman parte en los acontecimientos que se desenvuelven en él. Además, existe una orquesta que ambienta la escena.

En un lugar no menos importante están los que operan entre bastidores al moldear la acción y condicionar el curso de los acontecimientos. Estos son, además de los guionistas, el director que coordina el conjunto de la obra, el productor, que se encarga de suministrar los medios precisos para representar la obra, etc. De hecho, las cosas verdaderamente importantes en política ocurren tras el escenario, fuera de la vista del público, y la protagonizan quienes organizan los acontecimientos y asignan los correspondientes papeles a los actores que participan en la representación.

No hay que olvidar que la política es un mundo de apariencias y fingimientos en el que nada es lo que parece a simple vista, pues, como decimos, las cosas importantes no suceden en el escenario. En lo que a esto último se refiere cabe decir que cada actor trata de ser lo más realista en el desempeño de su papel. Esto conecta con una idea a la que yo llamo inocencia. Me refiero a la actitud de un espectador cuando ve una obra de teatro, de manera que este acontecimiento le conduce a un estado de inocencia e ingenuidad semejante al de su infancia cuando todo era nuevo y desconocido. Este mecanismo psicológico se activa cuando el espectador presencia una obra teatral o cinematográfica por vez primera, de forma que experimenta esa sensación que le hace creer lo que está viendo.

Naturalmente la política es algo real y lo que ocurre en este ámbito es serio. Sin embargo, cada actor desempeña un papel concreto en el escenario político. Tiene que ser convincente a la hora de conseguir el apoyo del público. Este es el modo habitual de proceder incluso cuando oculta sus verdaderas intenciones. Esto conecta con la existencia de las máscaras sociales que muchos actores políticos utilizan cuando están en el escenario, y que son tan frecuentes entre los miembros de la clase política.

Se trata de una forma de adaptarse a la situación y hacer lo que se espera de uno, al mismo tiempo que oculta su verdadera faz. Esto nos recuerda el teatro Noh de Japón. Aunque despreciaron todas las formas de expresión artística, el teatro Noh fue el único tipo de arte que fue respetado por los guerreros del Japón feudal. Esto fue debido a que, a diferencia de otras formas de arte que no eran mas que simulaciones cuya única naturaleza era la de repetir un conjunto de acciones, en el teatro Noh cada representación era única. Lo respetaban porque la energía mental que se pone en escena es extremadamente real.

Sucede lo mismo en política cuando vemos cómo los diferentes actores interpretan sus respectivos papeles. No importa que verdaderamente crean en aquello que hacen, simplemente cumplen con su papel en la obra de la que forman parte. En la medida en que toda obra dramática se desenvuelve a partir de una serie de conflictos, la política puede ser conceptualizada de esta misma manera debido a que su fundamento último radica en la distinción entre amigo y enemigo. Esto es lo que hace que podamos entender el funcionamiento de la política del mismo modo que una obra teatral. Pues esta imagen de la política constituye una aproximación que conecta con la ambigüedad del ser humano, ya que en última instancia no somos ni máquinas, ni células, ni simples autómatas racionales.

Bibliography used:

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Strayer, Joseph, Medieval Statecraft and the Perspectives of History

Gilbert, Felix (ed.), The Historical Essays of Otto Hintze

Tilly, Charles, Coercion, Capital, and European States: AD 990-1992

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Anderson, M. S., The Origins of the Modern European State System 1494-1618

Spruyt, Hendrik, The Sovereign State and its Competitors

Le Goff, Jacques, La Baja Edad Media

Giddens, Anthony, The Nation-State and violence

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